Verde «amarillo»
Muchos se sorprendieron por la designación de Sergio Bergman al frente de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Humano de la Nación…
Es que este “rabino conservador, activista social, farmacéutico, escritor y político argentino”, tal como lo define Wikipedia, no tiene muchos mérito para ocupar ese lugar más que el de ser un “crítico del gobierno kirchnerista”, tal como sigue definiendo W.
El problema no sería que la máxima autoridad ambiental del país cuente en su haber solo con algunos proyectos de ley para la promoción de las bicicletas o la tenencia responsable de mascotas. El tema es que su designación es toda una definición.
Si en áreas claves como energía se designó a un ex directivo de la compañía petrolera Shell, contaminante serial, como denuncian organizaciones como Greenpeace, y en agricultura a un representante de las políticas sojeras en la región, lo deseable es que el funcionario ambiental tuviese suficiente peso profesional y capacidad comprobada para equilibrar una política que se anuncia como extractiva y productivista sin miramientos.
Hace mucho tiempo que las políticas ambientales son “testimoniales” y “reactivas”. Sustentadas en una clase acomplejada por el consumo, propone una política que libera culpas y decora un estilo de vida.
La designación de Bergman no es una excepción. Se repiten esas miradas que promueven solo un registro de denuncias, que centran su accionar en cercar áreas de naturaleza pura y que se desligan de las urgencias sociales y el desarrollo humano.
Para el ambientalismo serio, el que mira la Naturaleza y también al Hombre, las últimas definiciones generan un alerta “amarillo”.