Pandemia y Ambiente
Unos meses de pandemia y el mundo comenzó a respirar aire puro. Las imágenes de la vida silvestre ocupando las ciudades vacías entusiasmó a románticos ecologistas. Sin embargo este no es el modelo de un ambientalista, advirtió una funcionaria del PNUMA. Después de la quietud volverá el movimiento, señalan. Por eso reclaman construir un plan de desarrollo con la Naturaleza adentro.
Suplemento ECO (junio de 2020)._ Según la ONU fue un 17 de noviembre cuando sucedió el primer contagio de Coronavirus. En la provincia China de Hubei se dio el “paciente cero” y desde entonces se desparramó por el mundo provocando uno de los escenarios más dramáticos y catastróficos de los últimos tiempos.
Lejano en un principio, sin embargo se fue acercando de manera galopante y tocó la puerta de nuestras casas. A cada rincón del mundo (menos en la Antártida, hasta el momento), llegó este “enemigo invisible”, como lo califican todos.
Y la humanidad se detuvo por un momento. Obligados a vivir encerrados, ya no despegaron los 96.000 vuelos diarios de los aeropuertos. Apenas se movieron los más de 1.000 millones de autos que circulan diariamente por las rutas y calles del mundo. Pocos consumen combustibles y las concesionarias de autos extrañan los 247.000 autos que se vendían por día.
Las calles desiertas, cerraron los restaurantes, nadie viaja en colectivos de larga distancia y pocos en los colectivos urbanos (solo en Buenos Aires existen 18.400 unidades que transportan 11 millones de pasajeros por día hasta fines del 2019), las tiendas, los clubes, los shopping, los gimnasios, las librerías… la pandemia fue cerrando y nos fue encerrando.
Sin embargo, mientras todo era quietud en la humanidad el resto del planeta adquirió otro movimiento.
La National Geographic publicó hace unos días el informe “El planeta, el principal beneficiado por el coronavirus” donde muestra las calles vacías, las aguas limpias en Venecia y cómo la fauna salvaje reconquista las ciudades.
Romantizar la pandemia
Según señalan los organismos internacionales, la pandemia del Coronavirus logró la disminución de las emisiones de CO2 más contundente de la historia. El cielo se ve azul en las mega-ciudades y las imágenes desde el espacio confirman que todo está más limpio.
«Ninguna guerra, ninguna recesión ni ninguna otra pandemia han tenido un impacto tan dramático en las emisiones de CO2 durante el último siglo como el que ha logrado el covid-19 en pocos meses», escribió Matt McGrath, corresponsal de medio ambiente de la BBC.
Es que las fotos de los peces en las aguas cristalinas de los canales en Venecia, de animales silvestres por calles de la ciudad japonesa de Nara o de San Martín de los Andes, todas estas historias que llenaron las redes sociales ilusionaron a muchos.
“Los satélites de monitoreo de contaminación de la NASA y la ESA (Agencia Espacial Europea) publicaron imágenes que evidencian la reducción de la contaminación ambiental en China, las emisiones de carbono cayeron un 25% durante un mes debido a las restricciones impuestas al transporte y a las actividades comerciales para contener al coronavirus. Esta cifra representa una reducción del 6% a nivel global.”, cuenta Luciana Olub en “Ambito.com”.
Lo que vendrá
La directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, advirtió que el COVID-19 no representa en absoluto algo prometedor para el medio ambiente. «Los impactos positivos visibles, ya sea la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, no son más que temporales ya que se deben a la trágica desaceleración económica y al sufrimiento humano», dijo.
Es que la pandemia ya logró que la economía mundial entre en recesión y se calcula que el desplome será de hasta un 6 % del PIB mundial en este 2020, dos veces más profundo que la crisis del 2008-2009.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la pandemia generó una crisis laboral comparable con la II Guerra Mundial. El organismo pronostica que los desocupados en el mundo superarán largamente los 25 millones de trabajadores y trabajadoras en este 2020.
Por eso hay quienes advierten que no hay margen para el optimismo. Aun con los datos que pronostican que este año se consumirá un 6% menos de energía en el mundo y seguirán bajando las emisiones.
Es que en la historia de los últimos cien años hay muchos ejemplos de crisis que generaron una disminución de las emisiones y, al poco tiempo, suben y baten un nuevo récord. Así lo demostró la crisis financiera de 2008. Luego de la caída vino la “recuperación” y con ello el aumentó de hasta un 10% de las emisiones.
Salud y ambiente
Hace mucho tiempo que organizaciones y el mundo científico advierten que las actividades humanas alteran el ambiente. Al cambiar el uso del suelo para la agricultura y la ganadería, con la tala de los bosques y la contaminación de las industrias, se fragmenta o invade el hábitat de los animales. “Se han destruido zonas de amortiguamiento naturales que normalmente separan a los humanos de la vida silvestre y se han creado puentes para que los patógenos pasen de los animales a las personas”, afirman.
Sin embargo la pandemia del COVID-19 también es una oportunidad. Nada debería ser lo mismo. Se podría volver para ser diferentes: “Necesitamos ver cómo el manejo prudente de la naturaleza puede ser parte de esta economía diferente que debe surgir, una en la que las finanzas y las acciones impulsen empleos sostenibles, el crecimiento verde y una forma distinta de vida, porque la salud de las personas y la salud del planeta son una y la misma cosa, y ambas pueden prosperar en igual medida”, agrega Inger Andersen.
Informe: Pablo D’Atri
Ilus. Bibiana González
De animales a humanos En las últimas décadas las enfermedades zoonóticas (aquellas transferidas de animales a humanos) han ganado atención internacional. El ébola, la gripe aviar, la gripe por el virus H1N1, el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el virus del Nilo Occidental, el virus del Zika y el nuevo COVID-19 han causado pandemias o han amenazado con causarlas, y han dejado miles de muertes y grandes pérdidas económicas. Los investigadores aún no han identificado el punto exacto en el que el virus SARS-CoV-2 se transmitió de animales a humanos y se presentó en la forma de COVID-19. Pero una cosa está clara: esta no será la última pandemia. En 2016, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) levantó las alarmas sobre el aumento mundial de las epidemias zoonóticas. Específicamente señaló que el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son de origen animal y que dichas afecciones están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas. Según el informe Fronteras 2016, del PNUMA, las zoonosis son oportunistas y prosperan cuando hay cambios en el medio ambiente, en los huéspedes animales o humanos, o en los mismos patógenos. (PNUMA) |