Cuento de las semillas
Hace 25 años había al menos 7.000 productores de semillas en todo el mundo y ninguno de ellos controlaba más del 1% del mercado global. Hoy 10 importantes multinacionales bioquímicas controlan más del 50% del mercado de semillas.
Había una vez semillas que, tras ser recogidas en la cosecha, eran sembradas para el año siguiente, y así sucesivamente. Este cuento se ha terminado. Hoy, los gigantes de la industria bioquímica producen semillas estériles. Se cultivan una vez, eso es todo. La planta resultante no tendrá semillas. Para el cultivo del año próximo, el agricultor tendrá que comprarlas de nuevo.
Hace 25 años había al menos 7.000 productores de semillas en todo el mundo y ninguno de ellos controlaba más del 1% del mercado global.
Hoy, tras varias fusiones empresariales, 10 importantes multinacionales bioquímicas, entre ellas Monsanto, DuPont-Pioneer, Syngenta, Bayer Cropsciencie, BASF y Dow AgroSciences, controlan más del 50% del mercado de semillas.
“El objetivo de estas compañías es, por supuesto, obtener ganancias», dijo Benedict Haerling, investigador de la organización no gubernamental alemana Futuro de la Agricultura.
“Para mejorar su facturación, todas ellas aplican una estrategia de aumento de su control sobre el mercado: imponen a los agricultores de todo el mundo la integración vertical de insumos. Es decir, les venden desde semillas hasta fertilizantes y pesticidas, de una sola marca”, agregó. A esto se le podría llamar fidelización forzada del cliente.
Y mediante la manipulación bioquímica, que incluye modificaciones genéticas, muchas empresas se han asegurado de que la cosecha que obtienen no pueda volver a sembrarse.
Semejante “integración vertical de insumos agrícolas” ha dividido a los agricultores de los países en desarrollo en dos clases, señaló Angelika Hillbeck, investigadora en bioseguridad y agricultura del Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Zurich. “Una clase posee grandes plantaciones y suficiente dinero, tanto que pueden darse el lujo de comprar todos los insumos a las principales empresas bioquímicas, desde semillas hasta fertilizantes, pesticidas y conservantes”, explicó. Pero el mercado bioquímico está fuera del alcance de los pequeños cultivadores, agregó.
Varias organizaciones han salido a proteger las semillas naturales. La austríaca Arca de Noé realizó el inventario de unas 6.000 plantas y semillas tradicionales. La suiza ProSpecieRara hizo lo propio con 2.000 plantas. La alemana Asociación Alemana para la Preservación de la Diversidad de las Plantas Orgánicas (VEN, por sus siglas en alemán) y Dreschflegel trabajan, respectivamente, sobre 2.000 y 600 plantas exóticas.
El enemigo al que más temen son los organismos genéticamente modificados. “Lo que hacemos es revisar los bancos de semillas en busca de especies antiguas, e intentar cultivarlas de nuevo, para reproducirlas y volver a ubicarlas en el mercado”, explicó Ursula Reinhard, directora de la VEN.
“Hemos desarrollado una especie natural de remolacha, y lo que más tememos es la contaminación con organismos genéticamente modificados», dijo a Birgit Vorderwülbecke, directora del departamento de semillas de Arca de Noé.
Tal contaminación estaría en clara oposición a los objetivos de protección de la biodiversidad, agregó Vorderwülbecke, quien aspira a que se prohíba la agricultura transgénica al aire libre.
Pero las principales compañías bioquímicas han expresado su fuerte oposición a cualquier tratado internacional que regule la responsabilidad y la compensación en caso de daños sanitarios y ambientales causados por organismos genéticamente modificados.
Texto: Julio Godoy (Tierramérica)