La huella hídrica

Existe un indicador que determina cuánta agua dulce se utiliza para producir bienes y servicios. Un café cortado no es solo los 125 mililitros que hay en el pocillo. Esa bebida requirió unos 140 litros hasta que llegar a la mesa.  Por eso los expertos afirman que un habitante promedio del mundo consume más de un millón de litros de agua por año. O que un kilo de carne que se produce en el oeste de La Pampa utiliza hasta 40.000 litros de agua…

 

(Suplemento ECO/Noviembre 2012)._ La remera de algodón que cualquier habitante lleva puesta necesitó unos 4.000 litros de agua en el proceso de fabricación y un jean hasta 10.000 litros. El café, antes de llegar a la taza de unos 200 c.c. fue sembrado, regado, procesado y puesto en una góndola en la despensa o supermercado. Todo ese recorrido demandó unos 140 litros de agua, casi 700 veces más líquido que el que finalmente cabe en la taza.

Conocida como la “huella hídrica”, el concepto engloba una dimensión difícil de imaginar aunque no por ello menos real y dramática. “La huella hídrica de un individuo, comunidad o comercio se define como el volumen total de agua dulce que se utiliza para producir los bienes y servicios consumidos por el individuo, la comunidad y sus comercios”, dicen en la web LaReserva.

Los informes señalan que una persona consume de la canilla (para beber, bañarse, hacer la comida, etc.) unos 780 litros por día en ciudades como CABA o más de 450 litros por día en Santa Rosa (La Pampa). Sin embargo, los datos se disparan cuando a esa misma persona se le agrega el agua “que lleva encima” por la ropa que viste o la manzana que come.

Fue el holandés Arjen Hoekstra quien pensó el término “huella hídrica”, allá por el 2002. Antes, el investigador inglés John Anthony Allan habló del “Agua Virtual” y la definió como el “volumen de agua necesaria para la producción de los productos y servicios consumidos por los habitantes de dicho país (o industria, o persona)”.

Huella ecológica

La “huella hídrica” tiene su antecedente más inmediato en la “huella ecológica”. Igual de compleja de entender, esta última se define como la cantidad de tierra, agua y aire necesaria para generar los recursos y asimilar los desechos que requiere una persona, una ciudad, país o región. “Es un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos”, define Wikipedia.

Calculadora en mano, los científicos dividieron la cantidad de “superficie productiva” del planeta (cultivos, pastos, bosques, áreas de absorción de CO2, áreas urbanas, etc.), la multiplicaron por el total mundial de habitantes y concluyeron que cada uno necesitaba 1,8 hectáreas (has) de “superficie biológica productiva”. De los papeles pasaron a la realidad y comprobaron que un estadounidense utiliza unas 10 has, un argentino unas 2,5 has y un habitante de Haití o Afganistán apenas 0,5 has, en promedio.

Recurso “agua”

La “huella hídrica” se calcula de manera similar a la “ecológica”, solo que el “recurso” es el agua dulce. Según los cálculos globales, este indicador señala que cada habitante del planeta tiene una huella de 1.240 m3, algo así como 1.240.000 litros por año.

Los especialistas destacan que es un indicador sociológico ya que permite discriminar quiénes consumen más y quiénes menos, qué actividad absorbe la mayor cantidad y quiénes no llegan siquiera a mojarse los labios. “Es un indicador relacionado directamente con el consumo”, afirman. Si es por la ropa que compra, los alimentos que consume y el bienestar que disfruta, es lógico que la “huella hídrica” de los habitantes de los países industrializados es mucho mayor que la de uno de los países pobres.

Matías Tolosa señala en una investigación que una persona en EE.UU. “consume” el doble que la media mundial: unos 2.842.000 litros por año. En el otro extremo, un habitante de Sudáfrica o Perú, apenas si alcanza a una media de 600.000 litros por año.

Los últimos informes dan cuenta que China, India y EE.UU. consumen el 38% de los recursos hídricos del mundo.

Aun así la media resulta engañosa. Existen países con un alto consumo de agua destinado a la producción de bienes y servicios exportables. Países como Argentina, productores de materia prima básicamente para el mercado externo, “exportan agua”.

Arjen Hoekstra y Mesfin Mekonnen, de la Universidad de Twente, explican en un estudio que una quinta parte de la huella hídrica mundial no está relacionada con el consumo de cada país sino con la exportación. Por eso el indicador resulta por demás complejo, porque no necesariamente un habitante de cualquier país consume el promedio que indica la “tabla”.

En las etiquetas de los productos figuran los ingredientes, las proteínas, el país de origen y la fecha. Hasta el momento ninguno especifica cuánta agua se utilizó para su producción, el traslado y la comercialización.

 


Miles de litros en La Pampa

Argentina es uno de los principales países exportadores de “agua virtual”, dice un informe del INTA. “En granos vende casi 46.000 millones de metros cúbicos de agua e importa 3.100 millones”, afirma Alberto Quiroga, técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Anguil, La Pampa. Un estudio publicado en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences”(PNAS), señala que el 98% del agua dulce que se consume en el mundo es para la agricultura.

Los productos que más agua necesitan son los cereales (27%), la carne (22%) y la leche (7%).

Investigaciones del INTA realizadas en las planicies medanosas del este de la Provincia de La Pampa, muestran que el costo hídrico que representa producir 1 kg de carne puede variar entre 10.000 y 40.000 litros de agua, según el manejo realizado en cada proceso.

La mayor parte de las regiones productivas del país dependen del agua de lluvia aunque esta no alcance. Aun así, las precipitaciones no cumplen las demandas de los cultivos, ya que entre un 50% y un 75% retorna a la atmósfera sin participar del proceso productivo, dice el informe del INTA.

En el organismo nacional se realizan ensayos e investigaciones para determinar las mejores prácticas productivas: “Al uso total del agua disponible que se utiliza en una determinada región es necesario sumar el agua virtual de los productos que importa”, reconoce Quiroga. El investigador señala que “es importante que se realice una estimación del agua necesaria y de la eficiencia con que es utilizada porque se trata de un tema complejo, que necesariamente debe ser abordado”.

 

Informe: Pablo DAtri
Ilust.: Bibi González