Con el agua al cuello

“Llovió en tres días lo que llueve en tres meses”… es el título de la portada de casi todos los medios. El cielo se presenta gris y el panorama no es optimista. Una nueva inundación desnuda la discordancia entre el ecosistema y los caprichos de ciertos sectores.

Las acusaciones cruzadas están a la orden del día. Y, en tiempos de redes sociales y de análisis express, la falta de obras fue señalada como el principal generador de las inundaciones que afectaron, en mayor medida, a la provincia de Buenos Aires.

Antonio Brailovsky, en diálogo con diario porteño “La Nación”, fue contundente: “Hay que relativizar la importancia de las soluciones tecnológicas y de grandes obras. La fantasía de la obra mágica que soluciona todo creo que hay que ponerla en discusión”.

El autor de “Buenos Aires, ciudad inundable”, se apoya en un estudio realizado por ingenieros de la Universidad Nacional de La Plata. Este afirma que el objetivo de las obras para La Plata era que en ningún momento hubiera algún lugar de la ciudad con más de un metro de agua. Según los ingenieros, evitar inundaciones es difícil, por eso el objetivo es mitigar las consecuencias.

Brailovsky explica que las inundaciones en el gran Buenos Aires no tienen una sola causa, sino que se producen por “un conjunto de factores”. Sostiene que se ha menospreciado la cuestión del cambio climático. “hubo irresponsabilidades en cuanto a no atender al cambio climático”, asegura.

Informe

Un informe de Greenpeace agrega otra “causa” al problema: los emprendimientos inmobiliarios. La organización afirma que el fenómeno “se debe principalmente al relleno de ecosistemas de humedales para la construcción de emprendimientos inmobiliarios en zonas inundables”.

Lo mismo sostiene la Asociación Ambientalista del Partido de Escobar, que denuncia hace tiempo las modificaciones que sufre la cuenca del río Luján. Dichas alteraciones están dadas por la formación de lagos, que nacen a partir de la extracción de tierra para relleno de futuros emprendimientos inmobiliarios. “El problema de la inundación no se hubiese generado si no se hubiesen hecho obras de esa naturaleza”, sentenció el geólogo Eduardo Malagnino.

Otros agravantes de las inundaciones son la pérdida de capacidad de absorción de suelo a causa del uso intensivo de agroquímicos, los canales artificiales en zonas agropecuarias y la deforestación, agrega Greenpeace.

Legislación

Brailovsky también hace mención al flamante Código Civil y Comercial, que sostiene que para construir se deben dejar libres 15 metros de costa de ribera, cuando el “viejo código” establecía una marca de 35 metros. La nueva legislación ampara el desarrollo de urbanizaciones en zonas de riesgo o inundables, sugiere. El docente también discrepa con la normativa de la provincia de Buenos Aires que permite construir en lugares que no han sufrido inundaciones en los últimos 5 años. “Cualquier hidrólogo diría que hay que tener en cuenta las inundaciones de los últimos cien años”, se queja.

En el mismo sentido Greenpeace destacó la necesidad de que la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación apruebe el proyecto de Ley de Humedales. Esta norma regularía la construcción de emprendimientos inmobiliarios y otras actividades que afectan a dichos ecosistemas.

Soluciones

A la hora de hablar de soluciones reales los especialistas no dudan: “recomponer el ecosistema” y “detener los emprendimientos”.

Con las cámaras de televisión enfocando hacia otro lado, el problema continúa en Luján y alrededores. Y, lo peor de todo, es que no se vislumbran soluciones en el corto plazo.

El poder de lobby y los favores por ahora gritan más fuerte que un ecosistema que está siendo arrasado a gusto e piacere de una poderosa minoría.

Martín Kardáz
Imagenes: aapescobar.org

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