Por el suelo

La erosión del suelo es la "crisis global silenciosa" que conspira contra la producción de alimentos y la disponibilidad de agua, al mismo tiempo que genera un 30% de las emisiones de gases invernadero que provocan el cambio climático.

La producción de alimentos aumentó un 50% entre el año 1980 y el 2000, acompañando el crecimiento poblacional. Pero existe la duda sobre si existirá suficiente comida en el 2050 para alimentar las 3.000 millones de bocas adicionales.

Durante los próximos 50 años habrá que producir una cantidad de alimentos superior al total de los últimos 10.000 años, dicen los especialistas. Pero el problema es que los suelos se están degradando. “El rendimiento por hectárea ya está declinando”, dijo Zafar Adeel, director de la Red Internacional del Agua, el Ambiente y la Salud de la Universidad de las Naciones Unidas, con sede en Canadá.

Biocombustibles
El incremento en la utilización de biocombustibles que se obtienen de vegetales es el más reciente desafío para la producción de alimentos y la conservación del suelo y el agua.

Centenares de millones de kilómetros cuadrados de tierras de cultivo pronto serán utilizados para satisfacer la demanda de biocombustibles. Incluso la restricción de la tala de bosques para plantar soja o caña de azúcar, como sucede en algunas regiones de América Latina y Asia, ofrece pocos beneficios ambientales, indicó Campbell.

Paradójicamente, los problemas que plantea el cambio climático podrían llevar, finalmente, a que se tomen medidas respecto de otro problema: la protección del suelo.

La degradación de la tierra y la desertificación son responsables del 30% de las emisiones de gases de efecto de invernadero, según Rattan Lal, investigador de la Universidad de Ohio (EE.UU.). Estos cambios alteran el equilibrio del agua, la temperatura y la energía del planeta.

El cambio climático también agrava la degradación de la tierra, principalmente a causa de las modificaciones en el patrón de lluvias y la creciente evaporación que genera un clima más extremo.

El dióxido de carbono es el principal de los gases invernadero. “Mantener sus moléculas en el suelo, los bosques y las praderas es la forma más rápida y efectiva de enfrentar el cambio climático”, destacó Adeel.

Otros cambios en las políticas son necesarios para conservar el suelo y la vegetación, indican los expertos. Uno de ellos, señaló Adeel, es el abandono de los subsidios a la producción de alimentos en los países del Norte, que contribuyen directamente a la degradación del suelo en las naciones pobres al forzar a los campesinos a incrementar la siembra para poder competir.

Andrews destacó la interrelación entre el suelo, el agua, la energía, el clima, la biodiversidad y la producción de alimentos e indicó que se requiere un proceso de toma de decisiones que responda a esta realidad. Actualmente, diversos organismos gubernamentales adoptan políticas en sus áreas sin considerar el impacto en otros sectores, agregó.

Los ministros de Energía gastarán miles de millones de dólares en biocombustibles sin preocuparse por su efecto en el suelo, la biodiversidad, el agua que consumirá y el precio de los alimentos, comentó Andrews. (Stephen Leahy / Tierramérica)

Imprimir