Pozos ciegos

Sólo cinco de cada diez viviendas en Argentina están conectadas al sistema de cloacas y el resto de las "aguas servidas" terminan en los "pozos ciegos" que contaminan las napas y son una fuente de propagación de enfermedades. Existen técnicas de construcción económicas y sencillas que mitigan la contaminación.

Las llamadas “aguas residuales”, “servidas” o “negras” provienen de los baños, lavaderos y cocinas, y contienen bacterias, virus y parásitos. En las casas ubicadas en las periferias de la ciudad, los pozos ciegos son el destino más frecuente de esos líquidos.

Son posibles causantes de enfermedades como la hepatitis, diarrea o cólera. Además, contienen contaminantes como aceites, ácidos, venenos y químicos provenientes de los productos de limpieza.

“Las aguas residuales domiciliarias son, cualitativamente, la principal causa de contaminación de los recursos acuáticos superficiales y subterráneos”, dice Alejandro Mariñelarena, en un trabajo que propone una solución a este problema (ver recuadro)

De manual

En el “Manual de autoconstrucción de sistemas de tratamiento de aguas residuales domiciliarias”, Alejandro Mariñelarena propone una solución sencilla para reemplazar el clásico pozo ciego.

“El método propuesto apunta al tratamiento “in situ”, en zonas suburbanas o semi-rurales donde no hay servicios de cloacas y las parcelas tienen algo de espacio”, dice el autor.

 

El sistema es conocido como terreno de infiltración, en donde las aguas residuales se depuran en tres etapas: la cámara séptica, el terreno de infiltración y el suelo.

Obras

Las epidemias fueron detonantes que obligaron a construir las redes de agua potable y cloacas. De hecho, cuando en 1867 el cólera asiático causó la muerte de ocho mil personas en la Ciudad de Buenos Aires, se creó Obras Sanitarias.

En el 1900 en el país había 4,6 millones de personas y sólo el 8% de los hogares tenían cloacas. En el 1980 casi un 30% tenía el servicio y en el 2001 la cantidad alcanzaba al 50,2%, según las estadísticas del Censo Nacional 2001.

En las “Metas del Milenio”, el Estado argentino se comprometió a aumentar el alcance de ese servicio, según lo manifestado en las reuniones de Naciones Unidas donde los países proyectan sus acciones futuras. La propuesta es llegar con la red cloacal a las dos terceras partes de la población en el año 2015. De un 50% que había en el 2007, la meta es alcanzar el 65% en el 2015.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es recomendable que por lo menos el 90% de los hogares esté conectado. (PD)

El agua residual lleva sólidos que quedan (hasta un 80%) en la cámara séptica. Los líquidos que salen de la cámara se distribuyen por el terreno de infiltración (un caño perforado colocado en zanjas rellenas con grava, escombro o piedra partida). Por último, el suelo que funciona como filtro que retiene y elimina las partículas finas.


“El tratamiento de las aguas residuales domiciliarias debe ser entendido como una necesidad, a fin de mantener condiciones adecuadas de salud e higiene para la población, conservar la calidad de las fuentes de agua y propender a un uso racional y sustentable de los recursos acuáticos”.
El manual de unas 70 páginas, que se puede bajar completo de Internet y que contiene gráficos y técnicas, se completa con una serie de recomendaciones de construcción y de materiales.

Texto: Pablo D'Atri
Ilus. principal: Bibi González

(Resumen del informe publicado en suplemento ECO/julio 2010).

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Fuente:

Instituto de Limnología "Dr. Raúl A. Ringuelet" / CONICET LA PLATA - FCNyM - UNLP

"Manual de Autoconstrucción de Sistemas de Tratamiento de Aguas Residuales Domiciliarias: Una alternativa sencilla para proteger el medio ambiente". Autor: Dr. Alejandro Mariñelarena.

 

 

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