
El transporte electrificado
Los vehículos eléctricos mejoran el ambiente, el transporte, la calidad de vida y la salud colectiva. Además, abren nuevas posibilidades económicas, de generación de empleos e innovaciones tecnológicas.
Según el presidente de la Asociación Brasileña del Vehículo Eléctrico (Abve), Adalberto Maluf, la electrificación del transporte tiene la oportunidad de acelerarse durante la recuperación económica pospandemia.
“La transición a la movilidad eléctrica alimentada de energías limpias empieza a generar un interés creciente en los gobiernos, pero también en la ciudadanía”, observa el informe “Movilidad Eléctrica: Avances en América Latina y el Caribe y oportunidades para la colaboración regional 2019”, elaborado por ONU Medio Ambiente.
El transporte tradicional es el responsable del 22% de las emisiones de contaminantes climáticos de vida corta en la región y 15% de los gases del efecto invernadero, según el informe de la oficina regional del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). La eficiencia de la electricidad, muy superior a la de combustibles fósiles en tracción vehicular, ofrece una gran ventaja económica, a mediano plazo, pero que solo se concreta en algunos años.
El vehículo eléctrico es más caro a causa de la batería, señaló Iêda de Oliveira, directora ejecutiva de Eletra, una compañía de buses eléctricos en São Bernardo do Campo, cerca de São Paulo. “La diferencia de precio se recupera en algunos años por el ahorro en energía y en mantenimiento, ya que el eléctrico tiene menos componentes en el motor y se desgasta menos”, afirmó Oliveira.
Países latinoamericanos como Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá y Brasil ya adoptaron planes nacionales de movilidad eléctrica. En cambio, Argentina, México y Paraguay están en el proceso de formulación de sus estrategias.
Al respecto, Maluf dijo que Brasil podría liderar el mercado como productora de vehículos eléctricos, pero que en su país “falta una política pública de electromovilidad, que responde a la cuestión ambiental y económica”, explicó.
En la evaluación de Maluf, alegar la escasez de puntos de recarga para rechazar los vehículos eléctricos en Brasil ya no se justifica. Hay por lo menos dos electrocorredopaís, pero el desconocimiento de la tecnología es el gran freno al despegue de la electromovilidad.
Por otro lado, también hay resistencia y presiones políticas de los intereses consolidados en el gran negocio de la movilidad, como lo son la industria automotora tradicional, los productores de etanol, distribuidores de combustibles y empresas de buses urbanos.
El informe de la ONU Medio Ambiente reconoce solo 2045 vehículos eléctricos registrados en Brasil hasta octubre de 2019. Pero los limita a los enchufables y excluye a los híbridos que operan con dos motores (uno a combustión y otro eléctrico) y que suman más de 90 por ciento de la flota electrificada de la región.
La diversidad de opciones es el mejor camino, ante necesidades y ventajas locales. Nuevos modelos de negocio también promueven soluciones. Compartir o alquilar vehículos, estos como generadores eléctricos, asociar distribuidoras de energía al transporte urbano son algunas alternativas. (Fuente: IPS)
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